lunes, 9 de julio de 2012

DEDICADO AL BUEN ESCRITOR.

Y fuimos creciendo juntos
como amigos,
como hermanos,
sin uno poder prescindir del otro,
todo tan hermoso como el lazo más perfecto,
delicioso como nuestros primeros besos.

Y es verdad de ti solo quiero eso,
tu corazón, que es lo más preciado
porque de ese manantial de amor
encuentro todo lo demás,
sinceridad,
cariño,
amistad
y lealtad.

Y cada mañana me sorprendo
porque han pasado tantos años
desde que mis labios cayeron rendidos
en ese espacio virgen
que tanto anhelaba,
que tanto amaba
y que por tanto tiempo
ha sido el desemboque de este corazón enardecido.

Tu corazón es un buen escritor:
siente,
escribe,
analiza,
corrige
y cada día que pasa,
escribe más lindo,
más bello,
más hermoso
y sin embargo;
es humilde,
porque entiende que debe corregir
y volver a escribir.

Tanto tiempo,
tantas enseñanzas,
tantos juegos,
tantas molestias,
tantos llantos,
tantos sentimientos
y cuantos “te quiero”
e infinidades de “te pienso”

Así forjamos un camino.
Un camino bien construido,
por algunos lados medio poroso,
por otros exclusivos
y bien decía la indicación:
“¡prohibido ingresar!
solo para amores efusivos
y parejas que se quieran amar”

NO MÁS DE DIEZ, POR FAVOR.



Me siento bien. Antes lo ojos de otros soy un loco, eso me importa poco. No tengo más de diez amigos. No me siento mal; me siento feliz. Tengo amigos, pero son pocos y me siento un afortunado de tenerlos a ellos. Si no tuviera amigos, tampoco me sentiría mal. No hay nada de malo no ser un amiguero por excelencia, pero debo estar agradecido por ese grupo pequeños de personas que realmente se preocupan por mí y más que si se preocupan o no, agradezco por la sinceridad de ellos, porque cuando han tenido que decirme las cosas de frente, me las han dicho y sé que no lo dicen con malas intenciones: Ellos quieren que mejore. 

Debo agradecer a la vida, a esta corta vida aún, porque aprendí qué es ser amigo, debo agradecer a su vez porque me siento dichoso de no ser un obsesionado que se muere por agradarle a todos. Los que quieren ser mis amigos que lo sean, yo no voy a cambiar ni les voy a pedir a ellos que cambien. No soy un muñeco ni ellos lo son para mí. 

Los que son mis amigos entienden que no tenemos por qué ser iguales, que no podemos usar las mismas palabras ni tenemos que hablar diferente a las personas naturales. Debemos ser nosotros. Ser los mismos. Con mis amigos tenemos esto en común: nos parece ridículo todos aquellos que hablan con las mismas jergas en inglés, porque, claro está que hablar como peruano es asqueroso. O, a su vez, aquellos que por ser "sencillos" tratan de hablar lo más parecido a un delincuente. Gracias amigos por ser quienes son.

Mis amigos son aquellos que entienden que no pueden ser amigos de todos. Eso es mentira. Te estás cegando. No es amigo el que te escucha y luego se lo cuenta a otra persona. Jamás. Mis amigos entienden que no quiero que me adulen, sino que me digan en qué me equivoco y que, a pesar de ello, podamos continuar siendo amigos. No soy Dios, tengo millones de defectos, por favor.

Siento mucho conocer personas que por tiempo, distancia, entre otras adversidades, no hemos podido formar una amistad sólida. Sé que si el tiempo nos permitiera pasar más momentos juntos, definitivamente, haríamos lazos muy sólidos.

Por último quiero reiterarles las gracias a todos mis amigos y de la misma manera, a todas las personas con las que sé que si pasáramos más tiempo juntos haríamos una buena amistad(perdónenme por abusar de su confianza). Les agradezco por ser las personas que son. Les agradezco por ser mis amigos. Por ser personas sinceras. ¡Muchísimas gracias!

jueves, 8 de marzo de 2012

NI EN VERANO EL AMOR DEJA DE SER CRUEL.


Una mañana de verano había decidido salir a caminar, a dar un paseo, respirar otro aire y romper con la monotonía de estar por la mañana en casa. Fiel a mis ideas, resultó más excitante salir acompañado, intercambiar noticias, conversar un poco con mi familia y admirar lo que el día me entregaba con mucha estima.  Creí que sería un día común, sin novedades, más de lo mismo e incluso, algo aburrido, ya que no había planeado nada que lograra divertirme tanto como yo hubiese querido. En definitiva, se trataba de salir de la rutina y a su misma vez, pasar una linda mañana junto a mis papás y hermanos.

El calor sofocante de aquel día de Febrero me estaba agobiando, tanto así, que por momentos deseaba dar marcha atrás y volver a casa, pero era imposible, sólo tenía que esperar a que se termine de realizar todo lo que se había planeado con anterioridad.  Pero, cada minuto que transcurría lo odiaba más que el minuto anterior, porque no solo era el calor que me sofocaba, también me irritaba ver pasar, de cuando en cuando, a ese rara especie humana de hombres que le gusta taparse el rostro con sus largas cabelleras y peor aún, muchos de ellos con los cabellos bañados en aceite de cocina (creo yo), ya que espero que no sea por falta de higiene. Y me es imposible no decir cuánto repudié  a todos esos sabandijas  que  sin vergüenza alguna miraban fijamente los glúteos de las mujeres que transitaban por delante de ellos. ¡Qué cosas tan terribles!

Una voz patética anunciaba en la radio que era el mediodía y que la temperatura había llegado a los 30°. Consumir un delicioso helado en ese momento sería justo y necesario. El helado, efectivamente, calmó en parte el bochorno, pero ahí no acababa todo, teníamos que terminar con el recorrido, felizmente la próxima parada sería en un lugar fresco y acogedor, advierte mi mamá. Bajamos al centro comercial y estaba repleto de personas. Logré reconocer algunas amistades, los saludé de lejos, no quería acercarme, no me sentía bien, el calor, esta vez, me había jugado una mala pasada. Luego, me distraje, mientras conversaba con mi madre, ya algo más calmado gracias a ese refrescante aire acondicionado. Andaba distraído, prestando absoluta atención a lo que mi madre me contaba, cuando de pronto, sentí la necesidad de levantar la mirada y direccionarla hacia un lugar exacto, hacia un punto fijo, hacia ese extraño lugar que sin haberle prestado atención había causado en mí una inefable sensación. ¿Quién lo diría? Estaba aquella niña a quien había visto hace muchísimo tiempo, la más linda de todas las mujeres, con un aire único de inocencia absoluta, que me inspiraba mucha confianza y ternura. Me acerqué a ella, la saludé y sin mayor reparos, ella me conversó; sin embargo, reaccioné como un niño de nueve años, a quien le causa pavor hablar con esa chica por la que se siente atraído y que, a su misma vez, no quisiese que se aleje de él por ningún motivo. Sentí que todo el mundo tenía los ojos puestos en nosotros dos y en consecuencia, todos se habrían dado cuenta que yo estaba enamoradísimo de aquella chica.
Mi actitud tan infantil fue la causante del término de ese hermoso encuentro, de esa conversación que yo hubiese preferido que durase toda una vida, una eternidad, pero, es cierto, cuando uno está enamorado no piensa en otra cosa aparte de cuánto te gusta y lo bella que se le ve. Me despedí de ella con el corazón en la boca, con ganas de decirle suavemente que la quería para mí, que confiara, o a lo mejor, que me regale un abrazo fuerte en respuesta a mi gran cariño que le profeso. ¡Bah! ¡Qué tontería! El amor es un hipócrita, a veces, te da alegrías, te hace sentir seguro y sin embargo,  luego te ejecuta, te asesina el corazón con algún desaire o una sincera respuesta que te avisa que no eres correspondido, que eres un triste y pobre infeliz. Así  fue como decidí resignarme a una simple y triste despedida y planear un próximo encuentro en el que pueda estar más calmado y poder conversar mejor, y a lo mucho, tomarme de valor y decirle cuánto la quiero. ¡Imposible! No la volveré a ver dentro de mucho tiempo y sin ser exagerado, probablemente nunca más la vuelva a encontrar.

Desde aquel día siento que soy parte de ese grupo de hombres y mujeres que se enamoran a primera vista, pero que el terrible señor Cupido goza con nuestros dolores, festeja nuestras tristezas y peor aún, cuando el corazón está a punto de superar a ese amor imposible, vuelve y te enamora nuevamente, te hace sufrir, lloras, no dejas de llorar y sin embargo, él no deja de reír.

lunes, 5 de marzo de 2012

MI ALMA GEMELA.


Nos veíamos como ciegos.
Nos divertíamos con el dolor
Hasta que nos desvestimos sin pudor.

¡Qué placentero era verte modelar!
Cuerpo femenino que cualquiera ha de admirar,
Cuerpo masculino que al cuerpo femenino ha de aparentar.

Era lindo verte desnuda
Viéndome reflejado en tu hermosa escultura
Que me llena de mucha pasión y dulzura.

Desnudos nos empezamos a acariciar,
Encontrando las profundas llagas
Que nos deseaban matar.

Vivíamos la excitación de acariciar los sentimientos,
Teníamos lo más claros pensamientos,
Ya que mi cuerpo aparentaba ser tu cuerpo
Y tu cuerpo aparentaba ser mi cuerpo.

Logré entender al término la faena
Que tus labios realmente son mis labios,
Los dos sonríen disimulando felicidad;
Que tu corazón es mi corazón,
Los dos quieren sentir la satisfacción
De aquella magnífica excitación
Y que tu cuerpo es mi cuerpo,
Con muchas llagas del dolor
Pero con una piel nueva
Que quiere luchar por el amor.


domingo, 4 de marzo de 2012

EL SUICIDIO DEL COMPLEJO.


Desde hace muchos años me dediqué a tratar de hacerme amigo de mis compañeros del colegio que se movían en mejores grupos que yo. Hice de todo. Me reía de sus chistes, así no me dieran risa, los halagaba aunque me parecieran unos pelotudos, creídos y atorrantes. Para ser sincero, yo quería ser así y mis padres, también quería que sea así.

Me moría porque Mario me invitara a sus reuniones, que me dijera para salir con su grupo o simplemente, hacer algo los dos solos. Todo lo que hice fue en vano. Mario sólo me utilizaba, mientras estábamos en el colegio para que le pase la respuesta, le dé la razón en todo y le festeje sus bromas. Luego, cuando estábamos en la calle hacía que no me veía y en el mejor de los casos, me saludaba con mucho desdén. Yo me deprimía, porque pensé que jamás volvería estar en ese grupo y mis padres literalmente me matarían.

Es así como un tiempo me alejé de ese medio. Busqué refugio en mis amigos de infancia, mis amigos del barrio, mis verdaderos amigos; quienes siempre tuvieron los brazos abiertos para mí. Odié por mucho tiempo a los chuchasumadres del grupo de Mario. "Esos pituquitos de mierda se van a cagar conmigo. Ya se jodieron. Sus fiestas y amigos me los paso por los dos cojones. Ojalá que se pudran y cuando llegue a ser algo en la vida me la voy a vengar; que no me pidan ni mierda." pensaba cada vez que los veía.

Mientras más me alejaba de ellos, más cólera les tenía. Odiaba ver a Mario y a sus amiguitos con chicas lindísimas. Mario, tampoco hacía el intento de llamarme a su grupo nuevamente, jamás me presentaba a una de esas chibolas pituquitas que tanto me arrechaban, pero que nunca me hicieron caso. Es verdad, pues, ellos son muy bellos, respetuosos y con buena labia, en especial, Mario. Él es un hombre ágil, fuerte y es muy amiguero.

Todo eso fue hasta cierto tiempo. Mis papás me pedían que intente nuevamente hasta que me convencieron y fui en busca de ellos. Además, eso serviría para demostrarles a mis amigos de toda la vida, que había llegado  más lejos que ellos, que era parte de los “pituquitos” - como ellos le decían y yo, en algún momento lo dije-- pero, para reinsértame creí necesario hacerme un nuevo corte de cabello, vestirme como ellos, demostrarles que era un bribón e incluso hablar con las mismísimas jergas. No obstante, también necesitaba saber de los últimos acontecimientos para poder entender las bromas y ser partícipe de ellas. Todo un cambio.

--Brother, está pajasa.

De verdad, se me veía como ayayero, lameculos, sobón. Pero, ¿Qué podía hacer? No me quedaba otra. Yo tenía que llegar a ser tomado en cuenta en ese medio. Ser uno más.
En ese perseverante intento de ser como el líder del grupo - es decir, como Mario- empezó a nacer algo extraño en mí. Me enamoré de Mario, era todo para mí. Me sentía como una verdadera puta. Todo lo que él me pedía, lo hacía, a cambio de seguir siendo su amigo. Nunca intenté nada con él; a pesar, que me gustaba. Sé que si lo hacía, él me odiaría y dejaría de ser mi amigo, ya que él es muy pegado a la religión.

Nunca me había pasado algo parecido. Toda la vida me habían gustado las mujeres, pero no era oportuno enamorarme de una chica en ese momento, porque temía que a mis amigos no le pareciese bonita. Empecé a hablar mal de mis amigas, prácticamente las trataba de rameras para que ellos no creyesen que una de ellas posiblemente me guste. Creo que el hecho de no interactuar con mujeres y mi arrechura casi como la de un animal, me llevó a enamorarme de mi mejor amigo.

Después de un tiempo, me empezaron a tomar en cuenta en sus reuniones. Comencé a medirme más al actuar y al hablar, a observarlos cómo ellos se comportaban frente a las chicas para yo también hacer lo mismo y a reírme a carcajadas de sus chistes para que no me vean como un estorbo. (Ya era parte del grupo)
Cuando llegaron las vacaciones nos alejamos un poco. Me enteré que habían conocido unos amigos en Lima y andaban con ellos en reuniones y fiestas. Esto no me incomodó, entendí que si no me invitaban era porque estaba en Chincha y era complicado viajar.
Una noche me conecté al Messenger. Decidí saludar a Mario, tiempo que no hablaba con él.

  --Hey, ¿Qué ha sido de tu vida, huevón? A los tiempos.
                --Discúlpame, pero, ahora no tengo tiempo.


    "Qué raro porque está de vacaciones. No creo que no quiera hablar conmigo. Él es mi amigo y nunca me haría algo así" pensé. Luego, busqué a Tomás, un gran amigo del grupo.



  --Brother ¿Cómo estás? ¿En qué andas?
                --Bien, bien.
                --Me alegro como mierda que estés bien. Qué paja encontrarte después de un huevo de tiempo. Se te    extrañaba un culo.
                --Ok ok, gracias. Ya me tengo que ir. Hablamos otro día.

Mi vida se vino abajo. Mis dos mejores amigos me habían dicho que no podían hablarme. Noté que no era normal en ellos hablar de esa forma. Ahora mis padres se desgañitan replicándome porqué dejé perder ese grupo. Mis papás toda la vida me hicieron ver en ellos a los mejores amigos de mundo.

Hoy odio ese maldito y puto complejo que me inculcaron mis padres. Ahora, no tengo amigos. Mi grupo de toda la vida ya no me quieren, ya un día me invitaron a una reunión y les dije que no iba a ir a nunca más, que en el grupo de Mario es otro ambiente y que sus reuniones se las metan donde nos le caiga el sol. No quería ser amigos de ellos nunca más.
La vida ha dado vueltas. Ahora, yo soy quien necesito un grupo. Ahora, yo soy el excluido. Nadie me quiere y nadie me querrá. Estoy metido en esta mierda de las drogas por hacerme el “pendejo” del grupo, por creer que esa maldita hierba me iba hacer más persona. Sólo soy un perfecto estúpido. Ya no quiero seguir en esta vida. Mis sueños están hechos mierdas.

Ya es tarde. No sé qué hago en este mundo. Ya debo de partir. Sólo esperaré que Dios decida en qué momento la pócima termine de hacer efecto en mí. ¡Hasta nunca!





sábado, 3 de marzo de 2012

LAZOS.


La magia se empieza agotar,
las sonrisas se vuelven malestar,
la calma se convierte en incertidumbre
más de lo de costumbre.

Los ánimos se despluman,
los lazos de amistad se desanudan,
los idilios se enfurecen
y muchos corazones que ya fallecen.

Corazones enajenados
y mal humorados,
se regocijan en despedazar
lazos que no serán muy díficiles de volver armar.



EL SEÑOR DE MIS SUEÑOS.


La noche me sonríe,
en verdad, son las estrellas que ríen
y en cada estrella, tu sonrisa vive.

Tus abrazos han dejado huellas en mi piel,
tus consejos impregnados en mi mente
y tus últimas semanas que hiciste el papel de padre
quedará grabado en mi corazón para siempre.

Recuerdo nuestro amor inmaculado,
un amor estupendo,
sin intereses ni caprichos.
El juego perfecto:
Yo buscaba más amor en ti
y tú, en mí.

En mis oraciones cojo tus manos,
hablamos algo consternados
recordando los bellos momentos que compartí a tu lado
y al terminar, los dos estamos muy emocionados
porque hemos hablado
y una vez más te he abrazado.

Una noche más cuidarás de mí,
una noche más hablaremos de lo que viví junto a ti,
una noche más te diré cuánto te quiero
y una noche más te darás cuenta lo mucho que te pienso.