sábado, 3 de marzo de 2012

EL LIBRO DE LA VIDA.


Uno mismo es quien escribe el libro de su propia vida, aunque algunos otros también desean participar de la redacción. Se trata de un libro que tiene una fecha de nacimiento, pero no tiene una fecha exacta en la cual deba ser terminado.  A veces es incómodo para el personaje principal que otros hayan escrito sobre él, que otros se sientan parte de sus triunfos mas no de las derrotas, y en el peor de los casos, que otros hayan escrito con el fin de dañar el cuento. El libro de la vida es muy enredado, un libro lleno de capítulos buenos y malos, pero al fin y al cabo, así es la vida: nunca todo es bueno.

Lo más bonito de esta vida es realizar acciones en las que nadie intervino, acciones que uno mismo realizó por sí mismo, pero que lamentablemente otros se enorgullecen de algo que no les pertenece ni les pertenecerá y sin embargo;  luego esconden la cara cuando uno hace algo malo y recriminan demasiado. 

Pero no sólo eso le molesta al personaje principal,  también le molesta las personas falta de personalidad, las personas que aparenta ser lo que no son, la gente que piensa que su presencia en la iglesia los hace ser mejores personas automáticamente, pero no se dan cuenta que en el fondo de su corazón hay rocas que estorban demasiado, rocas que nunca los dejarán ser buenos, mientras no se dan cuenta que sentarse en un silla todos los domingos no es milagroso, mientras que ellos mismos no tomen el control de sus propias vidas. Muchos de ellos aman ser un excremento de personas, pero desean aparentar ante la sociedad, quieren quedar bien y al final de la misa hacer vida social, así todo el mundo los verá como gente de excelencia, lamentablemente todos se dan cuenta de las asquerosidades que hacen con sus vidas, los únicos que no se dan cuenta o no quieren darse cuenta son los que depende de ellos y los que a la misma vez son así, y se pretenden entre ellos cubrir.

Así como estos,  también existe otro tipo: “Quiero parecerme a mi amigo”. Estos individuos viven en un afán increíble, capaces de hacer de perritos falderos de sus ídolos. Estos son los que no se sienten bien consigo mismos, los que no tienen palabras, ya que se las tragan para no discutir con sus ídolos; perdón, amigos. Entonces, todo el entorno se vuelve lo mismo, parece que todos hayan sido abortados de una misma madre; perdón,  nacidos de una misma madre. Todos hablan un mismo lenguaje, todos usan las mismas las palabras y todos quieren ser como el ídolo del  momento.  Es divertidísimo ver a ese grupo de gente, parece cuando en un programa de televisión contratan público para que se rían de los chistes del conductor; aquí es igual, todo se ríen de los chistes del ídolo con tal de caerle bien y que a su misma vez, éste acepte que los demás se copien  la forma de hablar, vestir, vicios, entre otras cosas.

Al protagonista de mi libro le es odiosísimo ver a los que siempre se comparan. Personas que viven en estúpida rivalidad, una rivalidad innata, una rivalidad que no fue creada por nadie, sólo por su imaginación. En ellos su vida depende de los demás, de lo que tenga el otro, de lo que diga el otro y si alguien hizo algo bien, hay que tratar de minimizarlo, hay que joderlo, que se pudra y  joder a tal punto que nunca más lo vuelva hacer. ¡Qué triste! Así abonan su vida, echando un abono que es el peor para el desarrollo de ellos mismos. De esa manera en vez de crecer, se marchitan, terminan siendo nada: polvo y sólo sirven de veneno, mientras que los otros florecen y hallan esa felicidad que ellos desearían tener, pero nunca la tendrán.

Así es la vida, esté llena de mucho excremento y a la vez de muchas cosas buenas. Es mejor cuando uno toma la dirección correcta y hace el bien porque le nace, mas no por el qué dirán. Así es la vida, te encuentras con todo tipo de persona, cada cual más rata y en otros casos, cada cual más bueno.  Sería perfecto que el mundo esté hecho de actos buenos, no de intenciones, sino de ACTOS. El libro de tu vida debe ser bien escrito, debes sacar de tu vida las personas que te harán daño e incluir a las personas que te harán crecer. La vida es bella, pero sin ratas ni imitadores.

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